VI. CLINICA PSICOPEDAGOGICA, MODELO Y PARADIGMA
6.1.Clínica Psicopedagógica
Desde un comienzo la Psicopedagogía, en la
que convergen dos grandes disciplinas, la Pedagogía y la Psicología, se ocupa
del ser humano en situación de aprendizaje y de aquellas funciones directa o
indirectamente involucradas en él”. (Bousquet, 1984) Fue, entonces, en el aula
y entre los docentes donde se gestó esta nueva disciplina, y fueron los
consultorios de Neurología el lugar en el que primeramente se buscaron las
respuestas al problema de aprendizaje, porque “en la base de la pedagogía, de
la psicología del aprendizaje, se halla siempre la actividad funcional del
Sistema Nervioso Central, que no es posible desconocer”. (Azcoaga, 1991)
A lo largo de su breve historia, de poco más de cincuenta años, la
Psicopedagogía continuó siendo marcada por el influjo de diferentes paradigmas,
y enriquecida por los aportes de diversas escuelas, corrientes y teorías,
derivadas de variados ámbitos científicos, especialmente de la Psicología, las
Ciencias de la Educación, la Medicina y la Sociología. Se fue abriendo paso
para desenvolverse en un campo bien definido dentro de la educación, los
aprendizajes y la salud mental. Como producto de esta construcción, hoy la
Psicopedagogía es, según Marina Müller, “un campo vastísimo, aún no delimitado
en todas sus posibilidades, que estudia y trabaja los aprendizajes sistemáticos
y asistemáticos. Abarca la educación académica en todos sus niveles, y la
educación familiar, vocacional, ocupacional y laboral; se ocupa de la salud
mental, en cuanto aprender implica afrontar conflictos, construir conocimientos
y muchas veces padecer perturbaciones. Incluye el estudio de las estructuras
educativas, sanitarias y laborales en cuanto promueven, traban o dañan los
aprendizajes” (Müller, 1995) Dentro de este amplio campo de trabajo se hace
necesario delimitar con mayor especificidad el ámbito de la Clínica
Psicopedagógica.
Tradicionalmente se vincula lo clínico a la
enfermedad., la clínica debe abordar, más allá de una patología, a un sujeto
–persona, importando cómo ese sujeto padece, y no sólo lo que padece. Será su
objetivo abordar el síntoma, tratar de hallar sus causas, y desarticularlo,
favoreciendo el armado de un nuevo proceso cognitivo, más saludable y beneficioso,
pero centrándose en la persona que presenta el síntoma. La clínica se
preguntará por qué no aprende, pero también si puede, orgánicamente, hacerlo,
si quiere y si cuenta para ello con la motivación interior, y si tiene
posibilidades familiares y sociales para aprender.
A lo largo de su historia, la Psicopedagogía
fue cambiando, también la clínica fue modificando sus modos de abordaje, sus
recursos y métodos. Porque el mundo cambió, así como la concepción de hombre y
la mirada sobre el alumno. El docente es otro, el sistema educativo también, y
los factores externos influyentes en el aprendizaje se fueron modelando con los
avatares de la sociedad, la economía y la cultura de cada década. Asistimos,
también en este ámbito, a lo que ha dado en llamarse “cambio de paradigma”:
diferentes paradigmas y modelos fueron tiñendo la tarea clínica, desde sus
inicios. Entendemos por modelo al “intento de sistematizar y describir lo real
en función de presupuestos teóricos” (Arnau, 1985), “una representación que
refleja el diseño, la estructura y los componentes esenciales de un proceso de
intervención” (Bisquerra y Alvarez, 1997).
Los múltiples modelos o estructuras de
aplicación parten, a su vez, de concepciones de la realidad más amplias y abarcativas:
los paradigmas. El filósofo y científico Thomas Kuhn utiliza el término
paradigma para referirse al “conjunto de prácticas que definen una disciplina
científica durante un período específico de tiempo”. Los investigadores
sociales han adoptado la frase “cambio de paradigma” para remarcar un cambio en
la forma en que una sociedad organiza e interpreta la realidad. Un “paradigma
dominante” se refiere a los valores o sistemas de pensamiento en una sociedad
estable, en un momento determinado. En este caso, lo referiremos al ámbito de
la clínica psicopedagógica. Ahora bien, ¿qué condiciones facilitan el que un
sistema de pensamiento pueda convertirse en un paradigma dominante? Hay varios
elementos que contribuyen a ello: organizaciones profesionales que legitiman el
paradigma, líderes dentro de la disciplina lo introducen y promueven, sistemas
gubernamentales lo oficializan, los educadores lo propagan al enseñarlo o
aplicarlo a sus alumnos, fuentes financieras permiten investigar sobre el tema,
se escribe y edita literatura acerca de ese sistema de pensamiento,
legitimándolo al tiempo que difundiendo el paradigma, el cual es además
discutido en espacios de encuentro entre profesionales. “En los albores de la
psicología de la educación los distintos paradigmas de la psicología fueron
mostrando un claro interés por la problemática educativa. Esta influencia se
fue sedimentando en los componentes específicos de la psicología
educativa.”(Hernández Rojas, 1998)
6.2.Modelo y Paradigma
Son los aprendizajes los que posibilitan la
educación. Según Hernández Rojas, “en el período comprendido entre 1960 y 1980
puede identificarse ya con cierta claridad la presencia significativa de cinco
paradigmas psicológicos en el campo de la educación, a saber:
6.2.1. El paradigma conductista
El
paradigma conductista ha concentrado sus propuestas de aplicación en el llamado
“análisis conductual centrado en la educación”. La problemática del conductismo
se centra en el estudio de la conducta observable. Fundamentado entre el
empirismo y el positivismo, considera al sujeto 3 cognoscente como un ente
pasivo, una suerte de tabula rasa, donde se imprimen las aportaciones del
exterior. Considera, además, que es el medio ambiente el que en principio
determina la forma en que se comportan los organismos: por consiguiente, la
modificación de las condiciones externas puede arreglarse para que el sujeto
modifique sus conductas en un sentido determinado. Estímulo, respuesta y
reforzamiento positivo o negativo resumen los procesos básicos de este
paradigma. La enseñanza aquí es “simplemente la disposición de las
contingencias de refuerzo” (Skinner), orientándose especialmente hacia la
memorización y la comprensión, más que hacia la elaboración de la información.
6.2.2. El de orientación cognitiva
El
paradigma cognitivo, o de procesamiento de la información, fue desplazando al
conductista y es hoy uno de los más pujantes en las disciplinas
psicoeducativas. La “revolución cognitiva” tuvo lugar en la década del 50 y su propósito
fue “recuperar la mente”, después de la época de “glaciación conductista”. En
los inicios de este paradigma había una firme intención de indagar los procesos
de creación y construcción de los significados y producciones simbólicas,
empleados por el hombre para conocer la realidad circundante. Sin embargo, el
papel de la naciente ciencia informática resultó crucial para la vida de este
paradigma, por lo cual se incorporó un planteamiento teórico-metodológico
basado en la “metáfora del ordenador”. Así, la idea conceptual de la
construcción de los significados como actividad fundamental del acto cognitivo,
fue abandonada para sustituirla por otro que se centraba en el procesamiento o
tratamiento de la información
6.2.3. El humanista
Respecto del paradigma humanista, en la
literatura sobre el tema se acepta que éste ha venido a llenar un vacío que
otros no han atendido debidamente en cuanto al estudio del dominio socio
afectivo y de las relaciones interpersonales, y al de los valores en los
escenarios educativos. El paradigma humanista gira en torno al estudio y la
promoción de los procesos integrales de la persona. Se considera incluso que
esta postura es una reacción a la psicología de la primera mitad del siglo XX
(conductismo y freudismo, en especial), a la cual se calificó de atomista,
reduccionista y mecanicista. Este paradigma se inserta en las corrientes
filosóficas que se han preocupado por entender la naturaleza y la existencia
humanas, como el existencialismo y la fenomenología. Concibe al ser humano como
un ser en libertad, capaz de elegir su propio destino y responsable de sus
propias elecciones. También considera que el ser humano es una totalidad que
excede a la suma de sus partes. . Se apunta al logro de la autorrealización de
la persona en todas las esferas de la personalidad y a la educación centrada en
el alumno. Las metas de la educación desde este paradigma son: ayudar a
desarrollar la individualidad de las personas, apoyar a los alumnos para que se
reconozcan como seres únicos, contribuir a que los estudiantes desarrollen sus
potencialidades. También, favorecer la creatividad, la autoevaluación o
autorreflexión, la confianza en sí mismo y la autocrítica
6.2.4.
El psicogenético piagetiano
“El paradigma psicogenético constructivista,
además de ser de los más influyentes en la psicología general del siglo XX, es
uno de los que mayor expectativa ha generado en el campo de la educación y de
los que más repercusión ha tenido en ese ámbito
Los
orígenes de este paradigma datan de la década de 1930 y se encuentran en los
primeros trabajos realizados por Jean Piaget sobre la lógica y el pensamiento
verbal de los niños, movido por la posibilidad de elaborar una epistemología
biológica o científica. A lo largo de sesenta años la Escuela de Ginebra, liderada
por Piaget, desarrolló investigaciones: inicialmente sobre el pensamiento
verbal, luego sobre la infancia temprana y la inteligencia preverbal.
Posteriormente realizó estudios sobre las categorías de pensamiento racional
(operaciones concretas y formales), creó el centro de Espistemología Genética y
realizó trabajos sobre la equilibración y otros procesos. La postura
epistemológica de esta escuela se describe como constructivista,
interaccionista y relativista. La problemática central de este paradigma es
epistémica: Piaget se interesó en el tema de la adquisición del conocimiento en
su sentido epistemológico.
El
alumno, para este paradigma, es un constructor activo de su propio
conocimiento, y el reconstructor de los diversos contenidos escolares a los que
se enfrenta. Debe ser ayudado a adquirir confianza en sus propias ideas,
desarrollarlas y explorarlas por sí mismo, debe tomar sus propias decisiones y
aceptar sus errores como algo que puede ser constructivo. El maestro, en tanto,
debe encaminar sus esfuerzos docentes a promover el desarrollo psicológico y la
autonomía de los educandos, dándoles la oportunidad de que su aprendizaje
autoestructurante pueda desplegarse sin obstáculos..
6.2.5.
El paradigma sociocultural.”
El paradigma socio-cultural, desarrollado
por Lev Vigotsky a partir de 1920. se considera relativamente nuevo en la
psicología occidental, dado que su lectura sistemática en este hemisferio
comenzó hace tres décadas. Por esto podría decirse que sus proyecciones sobre
la educación se encuentran todavía en pleno desarrollo. Es interesante la
postura que Vigotsky suscribe en cuanto a las relaciones entre psicología y
educación, ya que considera que las relaciones entre ambas disciplinas son de
influencia mutua, por lo que el problema de la aplicación o uso de la primera
sobre la segunda quedaría anulado desde el inicio. En su esquema teórico usa
una forma integrada para relacionar cuestiones como el aprendizaje, el
desarrollo psicológico, la educación y la cultura. Además de referirse a la
educación y a la psicología del desarrollo, realizó estudios e investigaciones
descriptivas acerca del desarrollo normal y perturbado, así como propuestas y
experiencias de intervención, refiriéndose incluso a la variedad de discapacidades
sensoriales e intelectuales.
Los profesionales de la psicopedagogía
trabajaron, muchas veces, adhiriendo a un solo paradigma o modelo, lo que
implicó caer en reduccionismos de fundamento y método, con visiones recortadas
e incompletas del paciente y sus dificultades. También se realizaron ensambles
o mixturas con los aportes de diferentes escuelas, que muchas veces no
compartían la misma base teórica y partían de distintas concepciones
antropológicas: esto dio como resultado enfoques clínicos confusos, en los
cuales se trataba al paciente con instrumentos y recursos que no concordaban
con la “idea de hombre” que tenía el profesional, quebrándose entonces la
necesaria coherencia que debe existir entre teoría y práctica. La idea de
trabajar en forma interdisciplinaria dio pie a variedad de abordajes: algunos
intentos fueron exitosos y coherentes. En otros, quedó desdibujada la esencia
misma de la tarea del psicopedagogo, confundido en su identidad y falto de un
claro fundamento antropológico que sustente su praxis. Hoy, luego de una
lectura histórica reflexiva de la clínica psicopedagógica y de una mirada sobre
la realidad profesional actual, se vislumbra la necesidad de: Redefinir el rol psicopedagógico, sin perder
de vista sus objetivos y funciones, que no se agotan en la administración de
técnicas diagnósticas y programas de rehabilitación, ni en una lectura
psico-afectiva-social de los problemas de aprendizaje; Sostener la praxis con una sólida formación y
postura antropológicas: tratándose de un profesional que se ocupa de seres
humanos, el psicopedagogo debe conocer en profundidad su objeto de estudio, en
todas sus dimensiones; Ser psico -
pedagogos: atender, entonces, el espacio de lo “psicológico” en nuestra praxis,
pero además recuperar o incluir el espacio de lo “pedagógico”. Trabajar
interdisciplinariamente es también aprovechar los aportes de las Ciencias de la
Educación. No podemos desconocer, entonces, las características evolutivas
esperables en nuestros pacientes, también en lo referente a los aprendizajes
escolares, así como los programas y currículos de cada nivel de enseñanza, y
las metodologías pedagógicas en vigencia. Conocerlos permitirá un mejor
acercamiento a la problemática del paciente y un abordaje clínico más efectivo
e integral
A modo de conclusión, la propuesta es
aprender del pasado, para construir un sólido presente y proyectar un mejor
futuro. También en la clínica psicopedagógica, “allí donde sea el fin, será el
principio: todo está por hacerse todavía”.
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